![]() Analizando el significado de la palabra legado encontramos lo siguiente: “Cosa material o inmaterial que se deja en testamento o se transmite de padres a hijos, de generación en generación”. Todos, en mayor o menor medida, entendemos de qué se trata un legado. Es, heredar, dejar o transmitir, más que otra cosa, aquellos valores intangibles que nos dan personalidad e identidad. Esas características que dan cuenta de nuestro carácter y esencia. Más allá de pasar el conocimiento adquirido, hablar de Legado es hablar de transmitir lo que eres y no solo compartir lo que sabes. Ahora, cuando el contexto es el hogar, la escuela, la familia, los valores, resulta sencillo entender de quién es la responsabilidad de pasar este mencionado legado. Sabemos que en la escuela se imparte conocimiento pero en el hogar deben impartirse los valores, es decir, el legado. Sin embargo, cuando trasladamos el contexto al ámbito espiritual, entonces comenzamos a dudar, comenzamos a preguntarnos ¿De quién es la responsabilidad? ¿Me toca a mi? ¿No debería ser de un líder espiritual con más conocimiento? Y es que, tal vez sentimos que no tenemos suficiente conocimiento o autoridad para hablar de “esas cosas” (espirituales) con nuestros hijos. Entonces volteamos a ver a la Iglesia o a nuestro mentor espiritual y pensamos bueno, esa parte del legado me parece que le toca a ellos porque yo, no estoy preparado o preparada, así que, voy a llevar a mis hijos a la Iglesia para que ellos cumplan su responsabilidad. Pero, ¿Es así? ¿Es responsabilidad de la Iglesia transmitir el legado espiritual? Bien, tratemos de responder estas preguntas de manera indirecta. La Iglesia tiene un papel fundamental en cuestión espiritual, eso es algo innegable. Es ahí donde, una vez que hemos tenido un encuentro con el creador y la obra redentora de su hijo Jesucristo, podemos crecer en conocimiento, donde podemos aprender a desarrollar nuestra relación con aquel que nos amó primero y donde podemos encontrar apoyo en el compañerismo de aquellos que, al igual que nosotros, han creído y han decidido entregar sus vidas a él. Es ahí donde muchos descubrimos, entendemos y desarrollamos el llamado que Dios nos hizo. La Iglesia tiene una gran responsabilidad para con toda aquella persona interesada en su crecimiento espiritual. Este crecimiento espiritual entonces, comienza a ser parte de nosotros mismos, de nuestra esencia de lo que somos. Y es eso precisamente, lo que conforma nuestro legado, por ende, lo que transmitimos a nuestras generaciones postreras. Nuestra relación personal con el creador es parte del legado que debemos dejar a nuestros hijos. Si, la Iglesia tiene una gran responsabilidad con aquellos pequeños que son traídos por sus padres buscando que también puedan conocer y encontrarse con Dios. Sin embargo, es similar a la escuela, donde se les imparte conocimiento que debe ser complementado con los valores impartidos en el hogar. La biblia nos muestra en Deuteronomio capítulo 6 la manera en la que Dios quiere que sean transmitido este legado. Deuteronomio 6 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Estos versículos nos dejan ver dónde es que fue puesta la responsabilidad de transmitir el legado espiritual desde un inicio sin que, a su vez, reduzca la responsabilidad que tiene la Iglesia en el tema. Veamos esto desde la perspectiva del tiempo. Una semana tiene 168 horas de las cuales usamos alrededor de 56 para dormir dejando 112 para realizar el resto de nuestras actividades. De estas 112 horas, nuestros hijos pasan por lo menos 30 horas a la semana en un aula de clases bajo la tutela de sus profesores. En cuanto a la Iglesia, si se tuvieran dos reuniones por semana de 2 horas cada una y, en el entendido de que fuesen atendidos de manera particular en ambas, estaríamos hablando de 4 horas en el mejor de los casos, que nuestros hijos estarían bajo la tutela de un mentor espiritual. Por lo tanto tenemos los siguientes datos en cuanto las horas por semana que nuestros hijos pasan bajo la tutela de sus mentores. Vamos a verlo de manera gráfica para tener una imagen más clara de quién puede tener mayor influencia sobre la vida de los pequeños. Es en el hogar donde un niño pasa la mayor parte del tiempo. Son los padres y/o tutores quienes tienen la mayor parte de responsabilidad de transmitir el legado espiritual en ellos, lo cual no exime a la Iglesia de su responsabilidad, pero es claro que no tienen el mismo nivel de influencia en ellos con base en el tiempo que pasan bajo su tutela.
Es normal sentir que no está uno preparado, es normal sentir que, quizá no tenemos lo suficiente para impartirles en cuestión espiritual, pero, quiero animarte a que eso no te detenga. Comienza con un poco, haz un pequeño plan, toma en tus manos la responsabilidad dando pequeños pasos. Identifica lo que necesitas y poco a poco busca cubrir cada necesidad. Busca ayuda en una Iglesia cercana o con un mentor espiritual. Poco a poco te darás cuenta que no es tan difícil como puede parecer al principio. En este sitio puedes encontrar material que puede serte de mucha ayuda para llevar a cabo la importante misión de transmitir el legado espiritual a tus hijos. Todo lo que se necesita es vencer el miedo a comenzar, verás como Dios comienza a poner los medios y las personas que podrán apoyarte y guiarte en esta gran labor. Saludos y Bendiciones Mich Gutiérrez KIMI México
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Este tiempo es una gran oportunidad que nos está dando la vida para impartir conocimientos a nuestros hijos y ponerlos en práctica, para ir creciendo y aprendiendo juntos.
Buena enseñanza + Buen ejemplo. Las circunstancias de hoy son el escenario perfecto para llevar a cabo nuestra responsabilidad y activarla en esta hermosa y gran aventura de enseñar a nuestros hijos espiritualmente. Dios así lo diseñó: Papá y mamá somo los principales maestros de la biblia para nuestros hijos leer Deut. 4:9, y aún de nuestros nietos leer Éxodo 10:2. Educar espiritualmente a nuestros hijos desde la más temprana edad puede ser un gran tiempo, algo ameno y de mucha alegría para toda la familia. Sugerencia:
!Enorme bendición, verás resultados si perseveras! Abrazos, Claudia Olivera Equipo KIMI México. ¿Qué hago con los dones que tienen mis hijos?
No se si alguna vez te has hecho esta pregunta o si no sabias que ellos están equipados desde el vientre de su madre con dones y talentos que Dios puso en ellos al formarlos cuidadosamente. “Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la obscuridad de la matriz. Me viste antes que naciera. Cada dÍa de mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara”. Salmo 139:15,16. NTV Que impresionante revelación hay en esta escritura, ¡el futuro de nuestros hijos ya está escrito desde que están en formación! Dios ya hizo la mejor parte, El ya dio la orden y los recursos para que nuestros hijos se puedan desarrollar plenamente en Dios, pero entonces ¿Por qué es necesario entrenarlos? Revisemos la escritura que sabes de memoria: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará”. Prov. 22:6 NVI. Como cristianos maduros podemos entender que esta claramente expuesto en el verso anterior que los niños se pueden apartar del “Camino”; de adolescentes, jóvenes y aun en su vejez… Este tema es muy amplio. Lo que es tristemente una realidad, es que según las investigaciones realizadas en los Estados Unidos entre adolescentes estudiantes que inician la secundaria admiten que no tienen un modelo a seguir, y además admiten verse altamente influenciados por sus modelos de rol y buscan activamente más de tales modelos, pero desgraciadamente no los encuentran. Justamente a esta edad los niños que pasan a la pre-adolescencia, sin una experiencia real con Jesús y el Espíritu Santo se alejan de la iglesia, ya no quieren seguir en la iglesia porque no hubo nada que les haya impactado desde su edad temprana. Esto es lo mas importante que te quiero comentar hoy, si tu no has identificado los dones y talentos que Dios puso en ellos te quiero sugerir que los expongas a una enseñanza transformadora y también al poder glorioso del Espíritu Santo que avivara en ellos el fuego del don de Dios que está en ellos, el mismo Espíritu que levanto a Jesús de entre los muertos esta en los adultos y en los niños. En KIMI México estamos preparados para apoyarte en esta importante tarea (como padre o madre es tuya, la iglesia es un apoyo), no es necesario entrar en detalles sobre las influencias negativas que hay en contra de nuestros niños y jóvenes, pero solo nosotros podemos hacer la diferencia: seguir indiferentes o entrenar a nuestros hijos para que aun en su vejez cumplan con el propósito que Dios diseño y escribió desde que estaban en el vientre de su madre. Te sugiero que inicies el entrenamiento de tus hijos y alumnos con el programa: NUESTRO DIOS INCREÍBLE. Es este programa encontrarás Fundamentos bíblicos para nuestros niños y adolescentes tan importantes como: la trinidad, la Salvación, Bautismo en Agua, Bautismo en el Espíritu Santo, Cuerpo, Alma y espíritu. En este programa resaltamos que es de vital importancia enseñar a nuestros niños del poderoso y único Dios al cual servimos y sus gloriosos atributos, presentamos principios bíblicos sólidos para la defensa de nuestra fe cristiana. Se exponen los conceptos bíblicos más básicos de Dios; ¿quién es el?, ¿qué ha hecho?, ¿qué está haciendo? Y ¿qué hará? Hugo Espinoza (miembro del equipo KIMI México) "La fe demuestra la realidad de lo que esperamos; es la evidencia de las cosas que no podemos ver" Hebreos 11:1 NTV
La fe es la certeza de lo que se espera, los niños están seguros de lo que esperan, ellos están seguros de lo que recibirán. Un niño puede confiar, su fe es inquebrantable, extravagante, es muy insistente. Nada lo mueve, nada lo hace dudar, el puede estar seguro de que recibirá lo que ya pidió. Un niño puede atreverse a pedir por cosas imposibles, por eso un niño cree en milagros. La fe de los niños es un gran tesoro, la fe de los niños es una semilla poderosa que siempre da frutos abundantes y maravillosos, la fe de los niños puede mover las montañas de incredulidad, miedo, temor y dudas, los niños son maestros de la fe, ellos nos enseñan a creer, a confiar, a reír, a soñar y a amar sinceramente. La fe de los niños toca el corazón de Dios, un niño sabe pedir, buscar y llamar; por eso recibe milagros, encuentra soluciones y se le abren las puertas de bendición. La fe de los niños es sencilla y humilde, no busca impresionar a nadie, no busca reconocimiento. Un niño que tiene fe es el más poderoso guerrero, la fe de los niños es valiente, desafiante y a la vez tierna y compasiva; la fe de un niño es un precioso tesoro. ¡Señor, ayúdanos a tener siempre la fe de los niños! Claudia Olivera (miembro del equipo KIMI México) Las misiones son, sin duda alguna, una parte importante de la Iglesia. Es en sí, el inicio, las bases y la más grande encomienda que tenemos como tal. Todos conocemos y de una u otra manera nos involucramos en cumplir las instrucciones que el Señor nos dejó antes de ascender al cielo. Vamos por el mundo proclamando las buenas nuevas de salvación, trascendemos fronteras, salimos de nuestro lugar de origen, aprendemos hábitos nuevos e incluso idiomas en busca de cumplir con esa gran comisión. Todo creyente con un poco de pasión y madurez desea involucrarse en esta tarea. En muchos casos se trata de un llamado fuerte e innegable que debe ser atendido. Sin embargo, atender dicho llamado no es una encomienda sencilla pues, como hemos mencionado, implica moverse a un lugar lejano, aprender nuevas costumbres, e incluso idiomas propios de los lugares a donde se pretende llevar la palabra. Es necesario aprender las condiciones acerca del grupo al cual se desea compartir las buenas nuevas, sus usos, costumbres, formas de comunicación e intereses por mencionar un poco de ello. Después será necesario hacer un plan para ir hasta el lugar donde se establecen y comenzar a construir relaciones que nos den acceso y confianza para compartir el mensaje que se nos ha encomendado. Al ver todo esto podríamos pensar que es sumamente difícil y tal vez pensar que no estamos en condiciones de ser misioneros de campo tomando en cuenta nuestra situación ya sea económica, social o incluso civil. Moverse de localidad no es una decisión fácil de tomar, sobre todo cuando hay personas que dependen de uno, por lo que muchos deseos y planes de ser misionero se quedan tan solo en el tintero. Sin embargo, quizá existe un campo misionero que no hemos notado y que está al alcance de cualquier persona pues se encuentra dentro de cada comunidad a nuestro alrededor. Ha estado ahí todo el tiempo y tiene todas las características que se requiere para identificarlo como un grupo para alcanzar. Cuenta con sus propias costumbres, sus propios usos, su propia manera de comunicarse, en gran medida su propio idioma. Sin duda hablo de los niños, si, tal como lo lees, está y ha estado ahí todo el tiempo. Son enorme campo que también necesita escuchar el mensaje de amor y salvación, no quedan fuera de la gran comisión, son parte de ese llamado que se nos hace a ir y hacer discípulos. También entonces, debemos aprender acerca de este grupo, sus costumbres, su forma de vestir, sus intereses y sobre todo su manera de comunicarse. La ventaja que tenemos es que cada uno de nosotros fuimos alguna vez parte de ese grupo por lo que, será más fácil relacionarnos con ellos. Otra de las ventajas es que no es difícil encontrar uno de estos grupos, basta pasar por un parque, una cancha deportiva, una escuela o incluso algunas calles a nuestro alrededor y podremos verles ahí, listos para que alguien tome el llamado y se acerque a ellos, se relacione con ellos, hablando su idioma para compartirles las buenas nuevas. Los campos están blancos para la cosecha, están listos, están ahí frente a nosotros con corazones abiertos y hambrientos por el pan espiritual, sedientos por el agua de vida eterna que saciara su alma. Un campo misionero a nuestro alcance, ¿habrá entonces valientes que tomen arado y vayan a ellos? Mich Gutierrez (miembro del equipo KIMI México) |
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Julio 2021
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