Todos conocemos la historia en la Biblia donde Jesús reprende a sus discípulos cuando ellos, en su afán por mantener el orden mientras él hablaba, alejaban a los niños de su presencia. En realidad no había mala intención de parte de ellos. Tan solo pretendían guardar cierto orden mientras el maestro enseñaba, solo hacían lo que de pequeños se les había enseñado a hacer en este tipo de situaciones. Seguramente en su infancia fueron reprendidos por sus mayores estando en la sinagoga mientras escuchaban la enseñanza del Rabino.
Sin embargo la reacción de Jesús fue completamente diferente a lo que ellos estaban acostumbrados a ver. Mientras los maestros de la Ley probablemente habrían pedido orden, habrían pedido que se callara y se controlara a los niños, Jesús en cambio, al darse cuenta, los reprende y les pide que los dejen pasar, aprovecha la situación para dejarnos una poderosa enseñanza. Los discípulos habían sido enseñados a ser obstáculo y no puente. Lo único que sabían hacer era ponerse enfrente, alejar, y no acercar a las siguiente generación. Entonces el maestro entra en escena y les muestra un nuevo camino. Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan -dijo el maestro- mostrando la importancia de que los pequeños tengan acceso también a él. Hoy en día, aunque conocemos esta historia, en un gran sentido, replicamos la actitud de los discípulos. Queremos a los niños callados y alejados del lugar donde se está compartiendo la palabra. Bloqueamos de muchas formas los accesos a la presencia de Dios. Al igual que en los tiempos de Jesús, los pequeños pueden ser ruidosos, juguetones y poco cuidadosos con las cosas a su alrededor. Nosotros en nuestro afán por cuidar el orden y la reverencia, muchas veces haciendo lo mismo que ellos. Siendo obstáculos en lugar de puentes. No estoy sugiriendo que no debamos tener orden, mucho menos que permitamos que los niños jueguen y griten justo a la hora de la predicación de la palabra, de ninguna manera. Lo que sí estoy tratando de poner sobre la mesa es que, el maestro nos enseñó que debemos aprender a ser un puente que pueda conectar a los niños con él y no un obstáculo que los mantenga alejados. Dentro de la Iglesia hay lugares que parecen estar completamente prohibidos para los niños. Ellos no pueden acercarse al púlpito, a los instrumentos, a los aparatos porque son caros y los pueden descomponer, entonces, creamos barreras para proteger estas cosas de ellos. Una vez más, no estoy sugiriendo que se les permita jugar con todo este equipo como si se tratara de juguetes, no. El problema es que no aprendemos a ser ese puente que los enseñe, que los tome de la mano y les muestre cómo usarlos, cómo cuidarlos. No hay momento en el que nos demos a la tarea de acercarlos. Hay espacios que están completamente cerrados para ellos hasta que cumplan cierta edad que nos parece razonable para, entonces, permitirles acercarse. Lo malo con esta línea de pensamiento es que, para cuando llegan a esa edad, ya es demasiado tarde, ya no quieren acercarse, ya no están interesados. Todo esto porque fuimos un obstáculo en lugar de un puente. Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar, modificar la manera en la que acercamos a nuestros niños a la presencia de Dios, al atrio, al lugar santo y al lugar santísimo. Necesitamos tomarlos de la mano y llevarlos hasta estos lugares, tomarnos en el tiempo para enseñarles para instruirlos. No podemos bloquear los accesos durante las etapas de formación de los niños y luego esperar que quieran acercarse en la siguiente etapa de su desarrollo, puede ser demasiado tarde. Un puente comunica, acerca, provee un camino entre un punto y otro. Un obstáculo solo bloquea el camino e impide la comunicación sin la cual no tendremos relación alguna y terminamos acabando con todo interés posterior por acercar a alguien a la presencia de Dios. Hoy quiero animarte a convertirte en un puente, en una puerta de acceso para la siguiente generación. El maestro está esperando a los niños también. ¿Qué vamos a ser nosotros? ¿Un obstáculo o un puente? Mich Gutierrez KIMI Mexico
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Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Dios es un Dios de generaciones. 1 Oh pueblo mío, escucha mis enseñanzas; abre tus oídos a lo que digo, 2 porque te hablaré por medio de una parábola. Te enseñaré lecciones escondidas de nuestro pasado, 3 historias que hemos oído y conocido, que nos transmitieron nuestros antepasados. 4 No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos; a la próxima generación le contaremos de las gloriosas obras del Señor, de su poder y de sus imponentes maravillas. 5 Pues emitió sus leyes a Jacob; entregó sus enseñanzas a Israel. Les ordenó a nuestros antepasados que se las enseñaran a sus hijos, 6 para que la siguiente generación las conociera —incluso los niños que aún no habían nacido—, y ellos, a su vez, las enseñarán a sus propios hijos. 7 De modo que cada generación volviera a poner su esperanza en Dios y no olvidara sus gloriosos milagros, sino que obedeciera sus mandamientos. Salmo 78:1-7 NTV En estos versículos se nos enseña la gran importancia de transmitir las verdades bíblicas a las siguientes generaciones. Tu eres el principal pastor y maestro de tus hijos, eres la persona indicada para esta misión, te presento algunas ideas para que lo lleves a cabo:
y su instrucción es una luz; _________________________________________ La infancia es un periodo muy corto, pero también es el mejor tiempo para enseñarles, así que debes aprovecharlo al máximo. Lo que tú les enseñes quedará grabado en sus corazones y ellos a su vez lo transmitirán a sus generaciones. Enseñanza espiritual = Enseñanza eterna. La palabra de Dios permanece para siempre. Una gran enseñanza y un gran legado de generación a generación. Es tu tiempo Lo puedes lograr Mucho ánimo y compromiso, Bendiciones. Claudia Olivera. Equipo KIMI México. La pregunta quizá te resulte obvia y me dirás: claro mis hijos oran cuando van a comer y cuando se van a dormir, y si lo hacen así te felicito sinceramente por ello, esta enseñanza la van a llevar consigo hasta el día que sean adultos o como dice la biblia hasta que lleguen a viejos: ” Educa a tu hijo desde niño, y aun cuando llegue a viejo seguirá tus enseñanzas”. Proverbios 22:6 TLA (Traducción lenguaje actual). Y precisamente de eso quiero que reflexionemos hoy, tu y yo tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos en todas las áreas del conocimiento que tengamos a nuestro alcance, te has dado cuenta que hay abogados o médicos que sus hijos y sus nietos repitieron esa profesión, que al parecer tuvieron la habilidad de presentársela a la siguiente generación de manera tal que decidieron dedicar su vida a lo mismo que su padre o abuelo. En la responsabilidad que tenemos de enseñar a nuestros hijos a orar, ¿hasta donde queremos que ellos sean exitosos?, quizá has invertido tiempo y dinero para que tu hijo o hija sean buenos en alguna habilidad deportiva o en las artes, o en alguna otra cosa, hasta puede ser que sean especialistas en video juegos, y como lo he dicho antes; es algo bueno y también te felicito por tu perseverancia en ello. Por último, me gustaría dejar por aquí algunas preguntas que puedes hacer a tus hijos, las respuestas que recibirás de ellos te van a sorprender:
Hugo Espinoza C. Equipo KIMI México. Dios es inmutable, atrevámonos a creer en un DIOS DE MILAGROS, UN DIOS SANADOR, UN DIOS QUE RESUCITA, UN Dios que vuelve a dar aliento de vida sobre nuestras familias, Dios el hacedor de maravillas, sigue siendo el mismo y nos mandó un reto que cosas mayores haríamos en su nombre, a veces llegó a pensar que Jesús nos dió una probadita de Su Poder y nosotros no hemos llegado a creer de tal forma su Poder y gloria! Como padres, como maestros, como aquellos que han decidido ser un agente de cambio en estos días estamos siendo llevados a un nuevo nivel de fe, de tomar la mano de nuestro maestro e ir más allá, de agudizar tu y mi oído, para escuchar al Espíritu Santo, Su Palabra sigue siendo viva y eficaz, esa palabra que llega hasta las coyunturas, que penetrara hasta los huesos y los tuétano, esa Palabra que da vida, que es refrescante, que es Dulce más que la miel, esa palabra que dice proverbios que es como un banquete, eso es lo que tú y yo tenemos en nuestras manos para poder Dar a nuestros hijos y a nuestros niños de clase, si hoy te has sentido que estás en medio de la turbulencia del viaje, vuela más alto, encima de las nubes no hay más tormenta, en el mundo vendrá aflicción pero les daré paz dice Jesús en el Gran Libro, atrévete a volar más alto. Madary De Loera KIMI México |
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Julio 2021
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